
Agosto es
un mes privilegiado para presentar nuestras ofrendas a la Pachamama. La gente del mundo andino inicia estos ritos con
un pijchu (acullicar) de coca, invitando a quienes están cerca, diciéndoles ak’ulltamay
(pijchámelo - pijacharemos). Este acto sirve para pedir licencia e iniciar
cualquier acto ritual o social o laboral; además este acto permite entrar en
relación con el mundo sagrado.
Algunas
personas que viven en el campo consideran que hay dos calendarios que marcan la
vida de los comunarios: el calendario agrícola ganadero y el calendario ritual.
Por tanto el calendario ritual es como el eje central que humaniza a las
personas; de ahí nace el encuentro con uno mismo, con las otras personas, con
la naturaleza, con el cosmos y los seres sobrenaturales.
Estos
actos rituales tienen sus propios espacios desde la uta, la sayaña, el
ayllu, la parcialidad y la Marka; por tanto los responsables de estos
actos son las cabezas de familia, de la comunidad, del ayllu, de la parcialidad
y de la Marka. Cuando se habla de la “uta planta”, nos referimos
a la ofrenda que la familia ofrece por su casa o vivienda; esta ritualidad se
repite una vez al año. Cuando se habla de la sayaña, nos referimos a rituales
que están en relación con la “uywa cancha”, es decir con los
corrales de llamas u ovejas. Cuando se habla de la comunidad está el “Marka
qullu”. A nivel de ayllu, a nivel de parcialidad y a nivel de Marka,
los espíritus tienen sus propios espacios. Por tanto, podemos decir que todos
los espacios donde viven y trabajan las familias junto a sus sembradíos y
animales son espacios sacralizados. En el campo, la gente mayor hace reverencia
a la Pachamama desde que se despierta hasta que duerme.
“A la hora de almorzar la primera cucharada de comida que se
saca de la olla es dar a las almas, por lo que ésta se tira al fuego en señal
de agradecimiento y petición, ya que el almita no abandona a la familia ni a la
comunidad. Luego recién se puede servir a los demás miembros de la familia. Como
se observa, toda actividad está llena de ritualidad en la actitud de
agradecimiento por la vida, por la familia, por la tierra, por los animales,
por los bienes y por el trabajo; es agradecimiento en todo momento”.
Estas prácticas religiosas se mantienen en el tiempo y aún son
realizadas por los abuelos y transmitidas a los niños de generación en
generación.
En todos
los lugares las ritualidades están a cargo del jefe de familia o del abuelo o
la abuela; en tanto en el ayllu están a cargo del awatiri o jilaqata; en las
instituciones públicas o privadas a cargo del jefe.
Para comprender estas ritualidades que se practican en el área
rural y urbana, nos podemos hacer la pregunta, ¿cómo ven los comunarios a la
Pachamama?
“La Pachamama
tiene su ganado y lo divide en dos: en animales silvestres y los animales que
cuidamos. La Pachamama tiene relación con los ch’iwiqallus (nubes que trae la
nevada). En realidad la Pachamama es la vida misma; por lo que podemos decir
que es la fecundidad y productividad y por lo tanto es la que da de comer a sus
wawas, que son las plantas, los animales y las personas. Al interior de la
Pachamama nos encontramos con el mundo sagrado en el jilarata y otros elementos
naturales como el sereno, el marka qullu y el wilaqullu”.
El anciano
se fija en el comportamiento de la naturaleza para comprenderla y dialogar con
ella. “En el mes de agosto nos fijamos en las plantitas; las primeras
hojitas verdes ya están brotando de los árboles.” Es así que nuestros ancestros se fijaban y hacían seguimiento
estricto al cosmos y a los elementos de la naturaleza.
Por eso si
el primero, dos y tres de agosto hay nubes, quiere decir que todo el año va a
estar bien y va haber buena suerte. Si cae nevada en los primeros días de
agosto el año será excelente:
“Ahora nosotros vivimos de manera simple, sin averiguar si esta
mañana (tres de agosto) había o no había nubes y cuántas estaban en el cielo.
Pero los comunarios lo saben. Por eso, si el primero y dos de agosto hay nubes,
quiere decir que va haber buena lluvia para el campo. Y si hay hasta el tres,
el año agrícola será bueno; por tanto los comunarios están más tranquilos.”
Este mes
es mes del wila qullu, es decir estamos en el mes de la suerte y de la plata;
por tanto es el tiempo de ofrendar a la Pachamama. Sin embargo, si la plata no
está relacionada con la naturaleza y el ganado, no sirve. En consecuencia hay
que cuidar al ganado:
“Ahora la lógica del comunario es
que el ganado come pasto y forraje, por tanto hay que cuidar el campo y
preservar la tierra. Para tener buen pasto y forraje, debemos cuidar el agua,
porque la tierra necesita de este elemento, por tanto no puedes depredar la
naturaleza. En consecuencia, hay una cadena que integra al ser humano con la
naturaleza, los animales y el cosmos. Por tanto, si quieres tener suerte o
tener platita, tienes que cuidar el medio ambiente; tienes que cuidar tu tierra
y tu río.”
Sin embargo, “algunos practican
estas ritualidades sin darles sentido, porque sólo quieren conseguir plata,
plata y plata; por tanto están arrasando con la tierra y las aguas. Están
destruyendo la relación de las familias y las comunidades; ambicionan cosas a
costa de la pobreza de otras personas, por tanto no es pensamiento indígena”.
Estas prácticas también se realizan en los centros
urbanos y
tienen relación con el vivir bien, “suma poqat qamañataki” (vivir
teniendo todo). Por eso nuestros abuelos dicen: “agostonqa astasiñapaniw”
(en agosto siempre hay que alcanzar), para tener suerte, trabajo y plata.
¿Quién quiere vivir en carencia? Nadie, porque aunque uno sea sastre, chofer,
abogado, antropólogo, profesor, etc., todos queremos tener lo básico y por
tanto lo que se pide es que nos vaya bien en nuestros emprendimientos. Esta
fecha es propicia para pedir buenos augurios a la Pachamama. Pedimos que no nos
pase nada y que no nos falte nada, “suma poqaña, suma poqata aqamañataki”
(vivir teniendo todo y en equilibrio), es decir teniendo techo, alimento, ropa,
plata y trabajo. El ser humano aspira a esto, pues nadie quiere vivir sufriendo
y dormir en la calle. Todo lo que se pide debe ser con una mirada armónica, es
decir en relación con la naturaleza, el cosmos, los animales y entre las
personas.
Julián Arias
CEPA
– LIDEMA
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