miércoles, 16 de abril de 2008

EL RÍO SAN JUAN DE SORA SORA

El río San Juan de Sora Sora, se forma por la confluencia de las aguas que bajan por el río Santa Fe y el río Huanuni, ambos ríos pasan por los centros mineros del mismo nombre.

Por las características de las descargas que arrastra el río Huanuni y el río Santa Fe, principalmente por la alta concentración en metales pesados (expresadas en un pH ácido de 2.5), el agua de este río no es potable y constituye una fuente de riesgo para la salud de la población que en tiempos ancestrales vivía de esta aguas.

Acumulación de sedimentos
Debido a la topografía de la zona, los sedimentos generados por las operaciones mineras, asentadas en sus riveras, son arrastrados a las comunidades aguas abajo alcanzando espesores de hasta 1.4 metros de residuos mineros acarreados por el río durante toda la historia minera de la región, constituyéndose toda la cuenca baja, a decir de los habitantes, en el dique de colas de las operaciones mineras del sector.

Consecuencias de la Contaminación
Las consecuencias de la contaminación minera son innumerables. Entre ellas podemos mencionar: la alta degradación de los suelos que ocasiona la muerte de plantas y la desaparición de algunas especies endémicas, la acelerada contaminación de los ríos que ocasiona la muerte de animales y la aparición de enfermedades en los habitantes de las comunidades y muchas otras mas.

Nuestros ríos se mueren
Miles de toneladas de residuos mineros son arrojados cada día a nuestros ríos, ocasionando la muerte de animales y plantas en su recorrido y, peor aun, ocasionando la muerte lenta de nuestro legendario lago Poopó.

Debemos luchar para que la protección de nuestros ríos se reconozca como prioridad nacional y que la contaminación de estos sea penalizado, ya que no solo se destruye todo el ecosistema circundante también se atenta contra nuestras vidas.

Podemos empezar considerando que ese vaso de agua que hoy bebemos nace de nuestros ríos, que ese aseo diario al que accedemos casi sin darnos cuenta, es un regalo de la Pachamama porque comparte parte de su sangre con nosotros. Si no hacemos nada por proteger nuestros ríos, que son la única fuente de agua dulce que tenemos, nos encontraremos igual que millones de personas para los que tomar un vaso de agua dulce es una utopía y, mas aun, que es muy posible que, si no hacemos algo al respecto, eso mismo les suceda a nuestros hijos, a nuestros nietos o a nosotros mismos, en algunos años.

Jóvenes Ecologistas – CEPA