El departamento
de Oruro tiene recursos naturales en inmensas cantidades, tanto mineralógicos y
metálicos como no metálicos; también agropecuarios: camélidos, quinua y ganado
vacuno, ubicados particularmente en la Cordillera Oriental. Además existen
serias posibilidades de existencia de recursos hidrocarburíferos. Todo eso nos
convierte en una región potencialmente rica.
Para la
explotación e industrialización de estos recursos naturales mediante diferentes
procesos, se necesita un elemento clave que es el agua. Lo tenemos, pero
lamentablemente este recurso no está siendo utilizado de manera eficiente ni
responsable. Sumado a ello, por los cambios climáticos que se están
produciendo, el problema es mayor. A modo de ejemplo, analizaremos los
problemas ambientales que se están dando por el inadecuado uso del agua en la
actividad minera y los impactos que se han estado generando por los cambios
climáticos en el sector de Sora Sora (municipio de Machacamarca).
La comunidad
de Sora Sora está dentro de la subcuenca San Juan de Sora Sora, donde desde
varias serranías se alimenta el río Huanuni, que además tiene como tributario
el río Payrumani. El agua de estos ríos desemboca en el lago Poopó. El caudal
de agua es permanente durante todo el año, aunque en época de sequía con menor
cantidad de agua y en la época lluviosa con mayor volumen de agua. Sobre estos
ríos están asentadas varias operaciones mineras. Entre las más importantes
están las minas de Japo, Santa Fé, Morcocala y Huanuni.
Asimismo se
puede encontrar en esa región vertientes de agua, que en algunos casos están
cerca a los ríos y en otros algo alejados. Estas aguas de las vertientes sirven
básicamente para el consumo humano, animal y en algunos casos para el riego de
cultivos. De esta manera se ha creado una zona agropecuaria, con pastos
forrajeros que sirven de alimento para los vacunos y ovinos y con cultivo de
algunas hortalizas e inclusive quinua.
De acuerdo al
testimonio de personas del lugar, antes de las actividades mineras en la zona,
la región era eminentemente agropecuaria, puesto que el agua de los ríos era
abundante y de buena calidad. De la misma manera gracias a las vertientes, en
muchos lugares la producción era grande; prácticamente eran semejante a la de
los valles altos.
Con el mal
manejo de agua que hizo y hace la actividad extractiva, los ríos se han
convertido en aguas de pésima calidad. Son abundantes, pero no se las puede
consumir, ni siquiera utilizar en el riego de cultivos (a pesar de eso, algunos
lo hacen). Lamentablemente este problema se está extendiendo a las vertientes
de agua, que son una especie de reservorios. Se advierte claramente en el
sector de Kimsa Jalsuri, en el que existen tres ojos de agua. El de mayor
caudal se ha contaminado completamente y lo mismo está sucediendo con los otros
dos y con otros ojos de agua que existen en esta zona.
Si bien es
cierto que la actividad extractiva está contaminando las aguas, además el
impacto de los cambios climáticos es intenso, lo que se constata por la
intensidad de las sequías, los vientos atormentadores, la reducción del volumen
de agua, la presencia de plantas no deseadas, la erosión de suelos, la erosión
genética, el incremento de la intensidad solar, etc. La radiación solar se ha
incrementado, haciendo que la humedad de los suelos se reduzca por la
evaporación, lo que a su vez afecta el crecimiento de las plantas. De esta
manera se disminuye la superficie cultivada, reduciendo la alimentación para
los ganados. Además las fuertes temporadas de calor hacen que los reservorios
de aguas de las vigiñas, pozos y
vertientes queden con poca o ninguna cantidad de agua, afectando drásticamente
la seguridad alimentaria de las comunidades que viven en la zona.
Evaluando la
contaminación del agua y el efecto de los cambios climáticos, los impactos
observados son:
- Reducción drástica de agua dulce por la actividad minera y el cambio climático. En los ríos de Huanuni y Payrumani no se tiene agua que pueda ser aprovechada. Los pozos de agua, vigiñas y vertientes han comenzado a contaminarse y se pierde el volumen de agua con que se contaba.
- La superficie cultivada de pastos forrajeros, cultivos andinos y hortalizas han disminuido, afectando la población ganadera y la población en general.
- Si bien es cierto que la actividad extractiva se ha intensificado por la elevación de precios de los minerales, tal como se está realizando esta actividad no es sostenible. Cuando se termine el yacimiento quedan minas abandonadas, fuentes de agua contaminadas, pasivos ambientales esparcidos en la región y recursos naturales contaminados.
- Se provoca una migración masiva de los trabajadores. Una vez que ya no cuentan con empleo, tendrán que abandonar la región. De la misma manera la población citadina no tendrá incentivos para permanecer en el lugar.
- Lo más grave es que los comunarios que se dedicaban a la actividad agropecuaria, en estos momentos habrán abandonado esta actividad, dedicándose a la minería. Luego seguramente tratarán de retomar su actividad permanente, pero ya no podrán dedicarse a la actividad agropecuaria, puesto que los recursos naturales, como el agua, suelos, vegetación y otros no darán el rendimiento necesario para sostener a su familia, por lo tanto tendrán que migrar hacia otros lugares. Entonces veremos la comunidad desolada, contaminada y despoblada.
Estas
situaciones se están advirtiendo permanentemente a las autoridades competentes,
gerentes de las operaciones mineras, dirigentes y la población en general. Pero
no cambia nada: las aguas de los ríos, los pozos y vertientes siguen
contaminándose. ¿Qué pasará cuando aparezcan enfermedades incurables, no
tengamos agua y los suelos no servirán para cultivar? ¡Pensemos que los cambios
climáticos son una realidad y hagamos estrategias para enfrentar aquello!
Consciente de que estamos conviviendo con los cambios climáticos, alguien
comentaba al respecto: “Aunque si en
este momento pararían todas las fábricas, las minas y la explotación petrolera
y no habría automóviles, ni electricidad, ni en un siglo la tierra podría
recuperarse”.
Norma Mollo Mollo
Coordinadora Programa Cambio Climático
LIDEMA
- CEPA
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