El proceso
autonómico que vive el país hace que los Gobiernos Autónomos Municipales, al
amparo de la Constitución Política del Estado, deban elaborar y construir
colectivamente las “Cartas Orgánicas” como un nuevo instrumento de
consolidación del citado proceso autonómico. Es importante señalar que este
valioso instrumento de la autonomía debe garantizar la incorporación del
componente de medio ambiente y/o ecológico en su proceso de construcción, que
posibilite a los municipios organizarse y gobernarse a sí mismos en esta
insoslayable materia.
Ahora, cada
Municipio tiene la capacidad para organizar jurídicamente el funcionamiento de
su gobierno para delinear proyectos y programas que permitan preservar
íntegramente su patrimonio, que además genere recursos genuinos con el fin de
cubrir sus gastos y crecimiento como municipios. Este hecho le permitirá
también comprender eficazmente su presente, planificar y proyectar su futuro,
y, principalmente, a garantizar el bienestar colectivo. La construcción de este bienestar colectivo,
implica tener una mirada integral de la
conformación social, cultural, histórica, económica, ecológica y religiosa de
la población, además de su espacio territorial. Esto es, comprender sus
características propias, como aquellos Municipios que se autoidentifican como
“poblaciones agro-mineras”, donde se tejen y se entrelazan relaciones sociales
y económicas similares, pero también con visiones distintas de desarrollo, del
entorno natural, de sus organizaciones y de su devenir histórico.
Los Municipios
llamados “agro-mineros”, muchos de los cuales se asientan en el departamento de
Oruro, han orientado sus capacidades de gestión hacia dos ámbitos determinados:
por un lado, para una población que se asienta en territorios marcados por
continuidades históricas, con significados culturales y dinámicas colectivas
comunitarias, donde la tierra es la fuente de diversos activos naturales que
sustentan la vida y, por tanto, sus demandas se inclinan más a la atención de las necesidades agrícolas.
Por otro lado, hacia la población con actividad minera, cuya organización económica está ligada exclusivamente al mercado,
donde sus necesidades se traducen en la construcción de infraestructura
básicamente minera.
Esta dinámica
económica y socio-cultural ha configurado a estos Municipios como agro-mineros.
Aquí, el tema ambiental y ecológico se encuentra en la cotidianeidad de las
tareas familiares y comunales; también en la institucionalidad local, como
producto de la sistemática y constante contaminación provocada tanto por la
actividad minera como por la saturación de residuos sólidos en espacios urbanos
y rurales de estos Municipios. Esta
percepción colectiva de los cambios producidos en el entorno natural, ha
provocado preocupación y debate en los diversos actores sociales, desde el tema
de la explotación minera, pasando por la producción agropecuaria, hasta el uso del agua. Es una realidad que debe
plasmarse en el contenido de sus Cartas Orgánicas Municipales, por cuanto la
configuración socio-espacial en esos Municipios se desenvuelve entre la
existencia de comunidades originarias dedicadas básicamente a la agricultura
(concebida como un derecho que sustenta su vida y sus organizaciones) y centros
mineros donde la remediación ambiental debería ser una obligación y no una
sobrecarga. Precisamente, la práctica de remediación debería percibirse como
una inversión que permite el bienestar colectivo de la población en aquellos
Municipios, donde se convive entre la minería y las tareas agrícolas.
En este
contexto, los temas de ecología y medio ambiente son transversales en el
contenido de las Cartas Orgánicas Municipales, por tanto, su incorporación debe
ser resultado de la voluntad y la participación de hombres y mujeres de estos
Municipios, todo con el fin de
consolidar la autonomía municipal.
Ruth Vilches
Torrejón
CEPA - LIDEMA
ORURO
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