martes, 24 de marzo de 2015

1. Celebrando el día del padre

Como cada año, el 19 de marzo se celebra el día del Padre. Cabe reconocer que desde el inicio de este siglo XXI, la celebración y reconocimiento al rol de padre de familia ha ido ganando espacios en algunos establecimientos educativos y en las relaciones familiares, aunque se debe reconocer que ya durante los años 80 y 90 se realizaban horas cívicas en homenaje a los padres de familia sin que ellos estén presentes.

Sin embargo, la figura paterna está devaluada debido a que los conceptos y comportamientos tradicionales se han ido construyendo desde la visión occidental, colonizadora y patriarcal que define a padres y madres por sus roles diferenciados. En ese contexto podemos decir que esa concepción ha puesto al hombre como el garante de la economía y del orden familiar, arrinconando a la mujer a las labores de casa y el cuidado de los niños, siendo esposa fiel y obediente dentro del hogar. Además ha puesto palabras de orden y decisión haciendo callar a los niños, porque “los mayores están hablando”.

Indudablemente, se debe trabajar en la recuperación de valores y conocimientos ancestrales y la visión que se tiene respecto del padre de familia. En el mundo andino, basado en el principio de complementariedad, se concibe al hombre y a la mujer como una unidad. Es decir que el hombre y la mujer son importantes bajo el denominativo de “Chacha - Warmi”.

El pensamiento indígena originario considera el universo como un todo integral, por tanto si se afecta negativamente a una parte de este TODO, se afecta a todo el cosmos. Por lo que, según esta concepción, no es concebible exclusión alguna, ya que cada quien es importante como cualquier otro. Bajo esta concepción se entiende  que Tata Inti (el sol),   Mama Killa (la luna) y todas las estrellas son nuestros hermanos y nuestras hermanas; se considera a nuestro planeta como la Pacha Mama (Madre Tierra) y a los árboles, las plantas, los animales y todo ser viviente como nuestros parientes, hermanos y hermanas.

La identidad de la mujer andina, es reconocida desde el enfoque de complementariedad con lo opuesto, tanto como madre, esposa, educadora, diseñadora de sus trajes, trabajadora en joyas, como guerrera en época de guerra, trasmisora cultural y de valores, terapeuta familiar, ordenadora, practicante devota de la espiritualidad, entre otros y bajo el mismo enfoque se construye la identidad del hombre como padre de familia. Por tanto podemos decir que no son los roles los que definen al padre y la madre de familia, sino la complementariedad en relación con el cosmos. Así podemos ver hombres cargados de leña que servirá para que la esposa prepare los alimentos; veremos hombres arando la tierra y la mujer poniendo la semilla; veremos hombres tejiendo su ropa y mujeres hilando sus phullus (frazada andina). Así podemos enumerar diferentes tareas que realizan padres y madres de familia bajo el principio de complementariedad. Por tanto padre y madre son portadores y transmisores de conocimientos, valores, cultura y espiritualidad.

Bajo esta concepción, cuando visitamos el área rural, sobre todo en el Norte Potosí, no encontramos hijos de madre soltera o niños abandonados, ya que quienes llegan a asumir la tarea del padre de familia son los abuelos, hermanos mayores, tíos, parientes cercanos o en último caso los padrinos de bautizo. Según esta concepción, nadie tendría que dañar o atentar contra la naturaleza, significaría dañar a todo ser viviente incluido nosotros mismos.

Este quiere decir que la visión andina aporta en la construcción de un nuevo concepto de familia y la identificación de los integrantes de la familia en relación con el cosmos y la naturaleza, basado en la reciprocidad, convivencia y armonía.

Por otra parte está la concepción de padre desde la visión de la figura paterna de San José. El 19 de marzo en nuestro país, celebramos el día del padre en relación a este santo que además está relacionado con la festividad dedicada a los carpinteros y ebanistas

Citando a Leonardo Boff: “Como todas las cosas, así también José, además de su lado visible de artesano, esposo, padre, educador, posee otro invisible, ligado al Misterio que adquirió una expresión singular en el camino de María, en el de Jesús y en su propio camino… Él significa la personificación del Padre, así como Jesús lo es del Hijo y María, del Espíritu Santo.”

“San José es una figura de sombra. No nos dejó ninguna palabra; sólo tuvo sueños que, no sin dificultad, acató y siguió. No sabemos cuándo nació ni cuando murió. Sólo sabemos que, valiente y decidido, llevó a su casa a una muchacha embarazada y asumió al hijo poniéndole el nombre de Jesús. Luego tuvo que hacer frente con su familia a la persecución de un monarca sanguinario, huyó al exilio y, al volver, se escondió en un pueblecito del norte, en Nazaret. Inició al hijo en las tradiciones religiosas de su pueblo y le transmitió la profesión de artesano-carpintero. Se dice de él que era un hombre justo. Después, desapareció sin dejar rastro. Únicamente los apócrifos (libros tardíos no aceptados por la Iglesia oficial) saben mucho de José, pero de manera fantasiosa y, a veces, ridícula. Llegan a decir que, viudo con seis hijos, se casó con María a los 93 años, estuvo con ella 18 años y murió a los 111.”

“San José nunca tuvo centralidad en la Iglesia. Solamente después de 800 años aparecieron los primeros sermones sobre él. Sólo en 1870 fue proclamado patrono de la Iglesia Universal, no por el propio Papa, sino por un decreto de la Congregación de Ritos. En los años 60 el Papa Juan XXIII incluyó su nombre en el canon de la misa.”

“Esta invisibilidad de San José tiene su sentido. Es la base de una espiritualidad bastante olvidada por el cristianismo oficial. En éste son los papas, los obispos y los curas quienes ocupan la escena, hablan y tienen visibilidad. Pero existe un poderoso cristianismo popular, cotidiano y anónimo del que nadie toma nota. En él viven la gran mayoría de los cristianos, nuestros padres, abuelos y parientes que toman en serio el evangelio y el seguimiento de Jesús. Más que patrono de la Iglesia universal, es el patrono de la Iglesia doméstica, de los hermanos y hermanas más pequeños de Jesús. Es un representante de la ‘buena gente’, de la ‘gente humilde’, sepultada en su día-a-día gris, que se gana la vida con mucho trabajo y lleva honradamente a sus familias por los caminos de la honestidad. Se orientan más por el sentimiento profundo de Dios que por doctrinas teológicas sobre Dios. Para ellos, como para José, Dios no es un problema sino una luz poderosa para solucionarlos.

“En este ambiente creció Jesús. Su relación con José a quien llamaba padre, debe haber sido tan íntima que sirvió de base para sentir a Dios como ‘Papá’ (Abba) y trasmitirnos esa experiencia liberadora. Esto ya es suficiente para estarle eternamente agradecidos”. (Leonardo Boff, San José: patrono de la gente anónima)

Para concluir, podemos decir que celebrar el día del padre debe estar enmarcado en ese sistema de complementariedad con el cosmos que nos aporta el mundo andino, como portador de cultura, valores y espiritualidad. (y, por el otro lado, desde el mundo de los cristianos como una persona que señala el horizonte con optimismo y confianza.

Julián Arias Carballo
PROGRAMA DIVERSIDAD - CEPA

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