lunes, 23 de marzo de 2009

Las Vigiñas: Una Técnica de Almacenamiento del Agua

22 de marzo Día Mundial del Agua:

Todos los años nos acordamos que el 22 de marzo es el DÍA MUNDIAL DEL AGUA. Seguramente para conmemorar este día muchas instituciones y organizaciones realizarán ferias, seminarios y reportajes; inclusive se escribirán artículos alertando que el agua se acaba y se contamina por la actividad del hombre, todo lo cual es indudablemente cierto. La problemática del agua, sin duda, es ahora más vigente que nunca, por lo que se hace preciso abrir un amplio espacio para reflexionar y actuar.

En esta perspectiva, en este artículo destacamos las prácticas de las comunidades campesinas del ecosistema de alta montaña respecto de técnicas tradicionales para la cosecha del agua. Es bien sabido que en dichas comunidades el agua es escasa y muchas veces de mala calidad, por lo que los pobladores, desde hace siglos atrás, han desarrollado estrategias para el tratamiento de aguas afectadas por la salinidad, por ejemplo.

El clima altiplánico, lo sabemos, es muy frágil y sensible. La poca precipitación pluvial y la mala calidad de las aguas superficiales (aguas saladas) se constituyen en serias limitantes para el desarrollo de los municipios del departamento de Oruro.

En el ecosistema de alta montaña, nuestro altiplano pues, básicamente contamos con dos estaciones: la seca (mayo – noviembre) y la lluviosa (diciembre – marzo). Estas condiciones han sido muy bien asimiladas por los comunarios que ancestralmente aplicaron y aplican técnicas de manejo de aguas de lluvia. Es el caso del almacenamiento del líquido elemento en las denominadas “Vigiñas” aprovechando la abundancia de agua en la época lluviosa.

Las “Vigiñas” son una especie de lagunas circulares que son excavadas por las familias campesinas en sectores estratégicos de sus terrenos (suelos arcillosos para retener agua).Tienen dimensiones variadas: desde 3 a 6 metros de diámetro y una profundidad de 1 a 2 metros. Generalmente son excavadas antes de las lluvias y se acumula agua durante los meses lluviosos para que en la época seca se conviertan en reservas de agua. De acuerdo a las dimensiones de las “Vigiñas” el volumen del agua puede alcanzar para toda la época seca o, en su defecto, construyen varias lagunas en diferentes lugares de su propiedad.

En sectores más críticos, donde el agua es salada (Toledo, El Choro, Chipaya, etc.), las técnicas de manejo de las “Vigiñas” no son tan simples, toda vez que tienen que hacer un tratamiento para reducir la salinidad, a parte de almacenar el agua. El tratamiento consiste en cubrir la pared y la base de las “Vigiñas” con piedra caliza (carbonato de calcio). Testimonios de comunarios dan cuenta de esta técnica: “…yo vivo en la comunidad de Jausu. Antes tenía mi vigiñita para que mi llama y mi oveja tomen agua en los meses que no llueve, pero ahora todita mi agua sea vuelto salado. Mis abuelos me decían cuando tu agua es salada tienes que meter piedra K’atavi, eso lo va desalinizar. Por eso he metido piedra k’atavi en mi vigiña y el agua ya no ha salido tan salada”.

Esta técnica de tratamiento ha tenido resultados muy positivos, situación que es manejada empíricamente por los comunarios desde antes de la conquista española y aparentemente ha disminuido la concentración de sales en el agua. Lo interesante es que este sistema es de fácil manejo, sencillo, de bajo costo y efectivo.

De acuerdo a lo manifestado por los pobladores de las comunidades rurales, las “Vigiñas” tienen que ser mantenidas haciéndoles limpieza de sus sedimentos cada año. También la invasión de las algas hace que se tenga que limpiar por lo menos dos veces por año, sacando las algas de las lagunas. Las aguas que se almacenan en las “Vigiñas” son bebidas por los ganados (llama, ovino, vacunos), también en muchos casos son utilizadas por los comunarios para el aseo personal y como agua potable.

Parece evidente que la necesidad ha hecho que los comunarios desarrollen técnicas de manejo de aguas contaminadas o de mala calidad. En cualquier caso, los comunarios realizan sendas acciones de remediación y mitigación con esta técnica.

Es hora de tomar conciencia sobre la problemática del agua. Creemos que estas prácticas son altamente ilustrativas en el cuidado de este elemento vital.

En el caso de la ciudad de Oruro, el consumo diario de agua cada persona es de 100 litros por día en promedio. Sería pertinente preguntarnos: ¿Cuánta agua de los 100 litros reciclamos? ¿Será que estamos esperando que se termine el agua para recién preocuparnos? ¿Será justo que las empresas mineras e industriales no paguen por el uso del agua en sus operaciones? Según información del SELA nuestra ciudad tiene garantizado el agua hasta el año 2015. Después de eso ¿que nos espera?

Norma Mollo Mollo
CEPA

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