lunes, 9 de marzo de 2009

La Mujer En La Iglesia

El Día Internacional de la Mujer fue celebrado en los cinco continentes del mundo.

Este 8 de marzo conmemoramos a las mujeres de la historia que lucharon por la “participación social, libertad, igualdad, justicia…”, a las mujeres de la revolución francesa, a las mujeres de mayo del 68 en Francia, a las mujeres que consiguieron el sufragio femenino. A las mujeres famosas y mujeres corrientes que a diario tejen el mundo con sueños, lágrimas, éxitos, fracasos, con hijos o sin hijos, a las mujeres de familia o solitarias que son protagonistas de su propia historia y serán el modelo inspirador de las mujeres que vendrán.

Lo que la sociedad entiende por mujer (coqueta, frívola, obediente, cariñosa, débil….), es un producto cultural, una construcción social y naturalizada sobre lo que es una mujer y lo que es un hombre.

La Iglesia patriarcal, el cine, la publicidad, de algún modo moldearon a la mujer, presentándonos como espejos en los que nos miramos e inspiran de cómo es y debe ser una mujer.

A lo largo de la historia, la mujer ha sido definida como madre, esposa, hija, hermana…. todas estas características nos vienen de cómo somos educadas y socializadas. El reto es reconquistar nuestra identidad y hacernos protagonistas de nuestra propia historia.

Si damos una mirada rápida a la historia, sabremos con certeza que la mujer ha jugado un papel muy importante en la sociedad y en la iglesia, sin embargo fue desvalorizada.

La iglesia nos presenta a María Madre de Jesús, como mujer ejemplo de sumisión, de oculta dedicación y de silencio, una imagen idealizada por la iglesia patriarcal adecuada a sus intereses. Está característica toma poco en cuenta el papel fundamental de la mujer activa, responsable, comprometida en el seguimiento a Jesús.

Otra mujer protagonista pero minimizada y prefigurada, es MARIA MAGDALENA, que siendo la apóstol de los apostoles se le asignó la figura de una mujer pecadora y arrepentida.

En los cuatro Evangelios encontramos que María Magdalena es la testiga ocular de la pasión y muerte de Jesús; fue instruida y enviada por el Resucitado a los discípulos. Pero, por la falta de datos históricos sobre ella, se ha hecho de ella una figura manejable, utilizada incluso contra su propio sexo.

María Magdalena, mujer de ayer y de siempre.

Alicia Cuiza
CEPA

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