jueves, 16 de septiembre de 2010

La triple conversión de la Iglesia

Liliana Berrios (UTO - Comunicación Social): En anteriores oportunidades hemos conversado sobre los temas centrales del CEPA: la ecología y los pueblos andinos, (Chiwanku 584 y 590). Sin duda son temas de mucha actualidad, pero me he quedado con una interrogante: ¿Por qué CEPA se dedica a esta problemática? ¿Cuál es su motivación?

Gilberto Pauwels (CEPA): Como sabes, CEPA es una iniciativa de los misioneros Oblatos en Bolivia, que se inició hace 15 años. No es una obra aislada; forma parte de los más de 50 años que la congregación está presente en Bolivia, inicialmente sobre todo entre los mineros del Norte de Potosí y los campesinos originarios de Carangas, ahora Jach’a Carangas, con 9 provincias. Forma parte de la historia de conversiones permanentes que los Oblatos han vivido en el país.

Liliana: En otras palabras, los Oblatos han convertido a mineros y a campesinos; han logrado incorporarles en la iglesia como buenos católicos, pero …

Gilberto: No, no solo en este sentido. Quiero decir que los mineros y los campesinos originarios de alguna manera han convertido a los Oblatos; les han obligado a ser misioneros y formar iglesia de otra manera. No como un hecho aislado; toda la iglesia de América Latina fue cuestionada y encaminada hacia un proceso de cambio, un proceso que se extiende hasta nuestros días. Campos y minas fueron los lugares donde los Oblatos redescubrieron su verdadera misión, guiados por las Conferencias Episcopales de América Latina.

En los años 60 la iglesia latinoamericana fue considerada como una iglesia que vivía “en estado de pecado moral”, por su subordinación a los ricos y poderosos y por la falta de sensibilidad para los pueblos indígenas y empobrecidos. De repente, mayormente a partir de convivencias cercanas con situaciones de injusticia y discriminación, los obispos, agentes de pastoral, teólogos y laicos comprometidos se dieron cuenta de la falta de fidelidad al mensaje del Evangelio e impulsaron cambios; llamaron a la conversión.

Liliana: ¿Y la conversión de los Oblatos en Bolivia y la fundación del CEPA forma parte de este proceso eclesial de conversión en todo el continente? ¿Cómo hay que entender eso?

Gilberto: Se puede distinguir, hasta ahora, tres etapas en la búsqueda de una nueva, otra iglesia: la opción por los pobres o por la justicia social, digamos; después la llamada a la inculturacion del Evangelio y finalmente la conversión ecológica. En Medellín los obispos llaman a cambios estructurales en la sociedad; en Pueblo y Santo Domingo piden acercarse a las culturas populares y originarias y últimamente en Aparecida se vislumbra la necesidad de involucrarse en los problemas socio – ambientales del continente y del mundo.

Es un proceso acumulativo; son cada vez diferentes dimensiones de la vida humana y de la sociedad que claman respuestas, a partir de nuevas sensibilidades y problemáticas. Nuestra historia como religiosos sigue las mismas corrientes: la lucha por la justicia con los mineros; la convivencia con las culturas andinas en Carangas y los barrios peri urbanos; y ahora además el clamor por la justicia ambiental y climática. A la radio Pió XII se le cambia la etiqueta de “comunista” por “radio indio”. Al CEPA también se le reprocha su opción preferencial por los pueblos andinos y nos llaman “eco –terroristas”. Pero eso no debe extrañarnos. Todo cambio debe vencer resistencias. La triple conversión interpela ideas y estructuras consideradas eternas e inmovibles.

Liliana: Son los nuevos problemas en la sociedad que exigen de la iglesia nuevas respuestas; se le presentan nuevas tareas.

Gilberto: Es más que eso. No son tareas adicionales; afectan la totalidad de la vida eclesial; son otras formas de ser iglesia, que involucran a todos. Mira lo que propone un texto que recientemente salió del CELAM, del Concejo Episcopal Latinoamericano: “Todas nuestras tareas eclesiales, catequesis, predicación, celebración y demás actividades pastorales, técnicas, académicas y profesionales, debe orientarse a privilegiar la conversión ecológica como dimensión integral de la fe” (Chiwanku Nº 592, inciso nº 8). No todos podemos y debemos hacer de todo, pero en toda la diversidad de acciones que cumple la iglesia, la orientación puede ser la misma. Liberación, inculturación, conversión ecológica, … la triple conversión sigue marcando el caminar de la iglesia latinoamericana con el pueblo en todos sus aspectos.

Liliana: Y, ¿estamos avanzando? ¿Podemos decir que existe una dinámica de conversión permanente?

Gilberto: Me hace pensar en el éxodo del Pueblo de Dios, pasando por el desierto. El pueblo sigue adelante, aunque algunos protestan y quieren volver a las pequeñas seguridades de la vida anterior de esclavitud en Egipto, sin perspectivas. Confío en que la historia bíblica se repetirá y que llegaremos a la Tierra Prometida, con “buen vivir” para todos, tarde o temprano. Seremos capaces de resistir a las tentaciones que apagan la confianza y la esperanza.

Liliana: ¿Se puede decir que ahora el ciclo está cerrado, que ya no hay necesidad de otras conversiones?.

Gilberto: Hay. Como parte de la gran conversión hacia el seguimiento de Jesús y la construcción del Reino de Dios, pienso que se nos viene todavía lo más difícil. De hecho ya estamos en eso. Se presenta la problemática de la interculturalidad, del dialogo interreligioso, de la aceptación de que lo que ofrecemos como iglesia católica, es para el pueblo, solamente una opción o una parte de una opción, entre otras. A partir de eso, nos toca encontrar y aceptar el nuevo rol que podemos y debemos jugar como religión e iglesia en la sociedad. Es un desafío muy grande.

En eso, Oruro puede aportar mucho. Tiene una historia muy inspiradora de conflictividad y de convivencia religiosa. Es un lugar privilegiado para reflexionar sobre esta nueva conversión y encontrar nuevos caminos. Tenemos una responsabilidad muy grande en esta búsqueda, por lo menos para el mundo andino.

Liliana: De eso hablaremos una próxima vez.

Liliana Berrios Alavi

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