“Hoy nuestro lago se está muriendo, no sabemos cuánto podemos recuperar para dejar a nuestros hijos y nietos. Hoy la totora está muerto, ya no sirve para forraje; sobre todo cuando pasa los 30-40 cm. de altura, ya es imposible utilizar para nuestros ganados. Antes cuando había escasez de comida, se consumía como alimento, al igual que el licacho ¿Qué pasará si se seca el lago y llega una época de hambruna? ¿Qué comeríamos? Teníamos aves y huevos para comer; el huevo era nutritivo mayor que el de la gallina; hoy ya no tenemos aves, ni huevos. Todo ha muerto por los ácidos y contaminantes que echan las minas a nuestros lagos ¿Qué nos queda ahora? ¿Qué hacemos? ¿Ante quién reclamamos?...”
Este testimonio es relatado por don Sabino Lima, Presidente de la Cooperativa Pesquera del Lago San Agustín de Puñaca. Estas percepciones permiten comprender la realidad actual en la que viven los pescadores del lago Poopó. Todo se refleja a través de su pensamiento, que está conectado a su vivencia con el lago y que le permite decir que el pasado está antes del presente y del futuro, para afirmar que el lago ha cambiado mucho, desde sus aguas hasta sus peces y aves, lo que ha afectado notablemente en su calidad de vida. Mirar hacia atrás permite comprender lo que está sucediendo ahora, porque el lago muestra sus últimos alientos de vida, pero que es tiempo de salvarlo entre todos.
“Nuestro lago se está secando y está empezando a producir sal. Teníamos 35 clases de aves, y hoy ya no tenemos. Nos alimentábamos de algas y raíz de la totora, ahora ya todo está contaminado por los contaminantes de las minas. Ya no hay pastizales…he sido dirigente por muchos años, estamos sufriendo. Antes tejíamos, pero ahora ya no, porque ya no nos llega la lana. ¿Qué vamos a tejer si ya no hay lana? Hace 35 años el lago llegaba hasta las rieles, Se pescaba camionadas. A medida que baja la cantidad de agua, aumenta el lodo. Allí están los metales pesados que han ido llenando el lago. Ahora ya está plano.Además el agua es muy salada.”
Don Daniel Mauricio, un hombre uru del lago Poopó que sobrepasa los 85 años, tiene viva la memoria histórica de uno de los pueblos milenarios del altiplano. Su conexión directa tanto espiritual y material con el lago, le permite afirmar con certeza los cambios ocurridos en su entorno natural: desde los modos de pesca que antes se hacía con la qana y kakuna hasta conocer las actuales redes. También está su relación intrínseca con el lago, cuando se conectan los sentimientos de ambas prácticas lo que daba cuando realizaban los ritos de agradecimiento al ofrecer tuju y quwi al lago ahora lo hacen al alcanzar la mesa dulce, la ast’aña, para reivindicar su relación con el lamarqocha. Estos últimos años, algo está pasando con el lago, su enfermedad ha hecho que sus aguas estén manchadas y saladas, y el remedio para sanarle, está en la voluntad colectiva de todos y todas.
“¿Cómo vamos a sobrevivir como pesqueros? (…) El rio Desaguadero ya no alimenta al lago Poopó… Cuando crece el rio por aguas de la lluvia, pasa hacia el lago. Pero actualmente el sedimento no deja pasar el agua al lago. Por eso mueren los peces. El sector se está tapando de lodo, por eso queremos el dragado para alimentar al lago de aguas limpias que no tengan aguas contaminadas por las empresas mineras. No tenemos alimento para nuestros hijos. ¿Qué herencia vamos a dejar a nuestros nietos? Lucharemos por el lago para dejar a nuestros nietos. Antes alimentábamos a nuestros hijos con pescado y quinua, nunca se enfermaban, pero ahora los nietos ya no consumen pescado”.
Los comunarios del ayllu Pumasara, como don Rodolfo Aro Chinche, traen al presente la calidad alimentaria con la que se sostenían las poblaciones pesqueras del lago Poopó. El deterioro de sus aguas, la contaminación por los residuos sólidos y mineralógicos, más los efectos del cambio climático, han provocado la muerte de miles de peces y cientos de aves en el lago. Este acontecimiento considerado como un desastre ambiental, aumenta la preocupación en la población pesquera pensando en las generaciones futuras que heredarán las formas de trabajo y de subsistencia provenientes de la pesca, porque ahora ya no hay pescado para alimentarse. Por ello es que piensan que por un lado la voluntad de las autoridades, y por el otro lado la voz y el pensamiento de los pesqueros para salvar la vida del lago, deben dialogar para curar las enfermedades de la mama qocha.
Estas manifestaciones fueron escuchadas en un Parlakipawi (conversatorio), llevado a cabo el día martes 10 de marzo del presente con el apoyo del CEPA, donde en un acuerdo colectivo, la población pesquera del lago Poopó, llegó a un punto común: “el lago Poopó se está muriendo”, pero también propusieron acciones para salvar su fuente de vida: reducir la contaminación; ejecutar proyectos alternativos a corto, mediano y largo plazo, y ejecutar el dragado del rio, a partir de realizando los estudios necesarios. Debemos comprender las formas y modos de ver y sentir la relación entre el hombre y su entorno natural. De esta manera nos daremos cuenta que es tiempo de dialogar con las aguas del lago Poopó y de devolverle su vitalidad, con acciones inmediatas y sostenibles.
Ruth Vilches Torrejón
Unidad de Justicia Socio Ambiental – CEPA
Unidad de Justicia Socio Ambiental – CEPA
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