El lago Poopó y los pueblos Urus que habitan sus orillas están estrechamente ligados desde tiempos remotos. Durante siglos, sino milenios, el lago Poopó ha brindado alimento y cobijo a uno de los pueblos más antiguos de los Andes. Como un pueblo de pescadores, cazadores y recolectores, los Urus desde sus ancestros aprovecharon la generosidad del lago Poopó, alimentándose de peces, aves y plantas acuáticas: karachis, tarakas, chuqas, pariwakas, totoras, etc., para nombrar solo algunos de los recursos lacustres. En la memoria y concepción Uru, el lago ha sido y es su fuente de vida, motivo por el cual pertenece a su universo sagrado llamándole nuestra “Quchamama”, actitud que se hacía evidente en sendos rituales para homenajear a los “jalsuris” (ojos de agua o remolinos) o espíritus sagrados que habitan el lago Poopó. La misma identidad de los Urus de esta región se define por el lago mismo, ya que se autoidentifican como “Qot Zoñis” (gente del lago).
Frente a tales antecedentes, resulta inaudito el hecho ocurrido hace pocos días, cuando un Uru quedó varado en medio del lago, enterrado hasta la cintura en el lodo. Un episodio dramático y sin precedentes, según narra el afectado Eulogio Ríos, además de los testimonios de sus hermanos, los comunarios Urus de Llapallapani, quienes intentaron asistirle sin éxito. Con temor y pena los Urus acudieron a las autoridades nacionales y departamentales en busca de ayuda, logrando finalmente la asistencia de los bomberos de Oruro y de un helicóptero puesto a disposición por el Presidente Evo Morales, con la valiosa gestión de Víctor Hugo Vásquez. Finalmente, el hermano Eulogio fue rescatado y recibió atención médica en el Hospital General de la ciudad de Oruro. Eulogio Ríos regresó a su comunidad sano y salvo. Fueron horas de angustia en la que nos encontramos comprometidos los técnicos de CEPA, que intentamos contribuir al rescate, estando al lado de la comunidad, alertando a los medios de comunicación y a las autoridades, contribuyendo al restablecimiento de la salud del hermano Eulogio. Sin embargo, nuestra preocupación no ha terminado ahí, aún nos queda la interrogante: ¿Cómo es que un pueblo de expertos pescadores y navegantes milenarios del lago Poopó, pueda atravesar por estas situaciones?
La primera respuesta es sencilla, el lago se está secando; pero, decir el por qué es más complejo. El ecosistema del lago Poopó, tanto en la percepción de los propios Urus como en los estudios ambientales sobre el tema, está sufriendo el impacto de las acciones humanas: primero, relacionado con un manejo no planificado de las aguas de los ríos tributarios del lago (para agricultura y minería); segundo, por la permanente contaminación provocadas por las operaciones mineras que vierten sus desechos en el lago Poopó, lo que sin duda afecta a la calidad de aguas y la biodiversidad; tercero, al cambio climático que en un ambiente de altura como es el Altiplano provoca altos índices de evaporación de las aguas del lago. Cada vez menos agua y menos recursos, parece ser el futuro del lago Poopó; por tanto, con consecuencias en la vida de los pueblos que viven de él. Está claro que los cambios en el ecosistema lacustre afectan también al sistema de conocimientos ancestrales de los Urus; el hermano Eulogio había tomado una ruta no muy usual, pero que él conocía desde joven para llegar hasta su comunidad; de repente, se encontró con simplemente lodo, el agua se había esfumado; y ni siquiera se trataba de la orilla, sino del centro mismo del lago. En consonancia con los hermanos Urus que claman por salvar a su Quchamama, nosotros sostenemos que es apremiante asumir medidas para la preservación y rehabilitación del lago Poopó; sin duda que para ello tendrán que invertirse muchos recursos económicos, pero será igual de importante que se invierta la voluntad de hacerlo, mucha voluntad de parte de las autoridades. Si la noticia del hermano Eulogio les parece un caso aislado, deben recordar que por razones similares en noviembre de 2014 murieron millones de peces y centenares de aves en el lago Poopó.
Otro elemento que quisiéramos analizar aquí, es de la situación económica de las familias Urus, recordando que su principal fuente de ingresos es la pesca. Como dijimos anteriormente, los Urus son un pueblo de pescadores desde sus ancestros; las actividades agropastoriles se encuentran limitadas para ellos, debido a la tierra insuficiente con la que cuentan. Los Urus viven en muy pequeñas porciones de tierra que apenas alcanzan para el cultivo de algo de quinua y papa, no siendo sustancial para la economía de sus hogares; por ello que siguen apostando a su actividad tradicional que es la pesca, que para la mayoría de las familias Urus les permite generar recursos para la manutención de sus hijos: alimento, salud, educación, etc. Es muy probable que el hermano Eulogio no haya tenido más remedio que entrar a pescar en una época del año que sus numerosos hijos requieren de material e insumos escolares, aún con el riesgo de no encontrar pescado, dado el desastre ambiental del año pasado; pero, ¿qué más podía hacer un pescador sin tierras o con tierras insuficientes? Es obvio que pueblos como los Urus merecen especial atención por parte del Estado, y no solo con programas de asistencia coyuntural como cuando se les ofrece alimentos, sino atendiendo sus principales demandas y necesidades, mismas que fueron claramente expresadas en la marcha hacia la sede de gobierno que protagonizaron en marzo de 2013: tierra y territorio para los Urus del lago, salvar al lago Poopó de la contaminación y los efectos del cambio climático, grandes proyectos alternativos de desarrollo económico para las familias Urus.
Marcelo Lara Barrientos
UNIDAD DE CULTURAS – CEPA
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