En los Andes prehispánicos, según las
fuentes coloniales del siglo XVI - XVII, la pichca fue utilizado por
los sacerdotes Layca umu o Huaca uillac como oráculo de comunicación con las Huacas,
en un tiempo de cierre y apertura del ciclo agrícola. Pero, los extirpadores de
idolatrías destrozaron la gran mayoría de las Huacas principales y otros sitios oraculares. La pichca de la época colonial, sufre ciertas
transformaciones morfológicas y su sentido ritual religioso, mestizándose el
objeto con el ‘dado’ europeo en juego de fortuna y pasatiempo. Es a principios
de la época republicana ss. XVIII – XIX, que el juego de pichca retoma su sentido ritual religioso con el dado óseo
(astrágalo) de llama en los ritos funerarios como “carni pichca” en los juegos de velorio y lavatorio. En el s. XX se
establece como ceremonia lúdica anual en la fiesta difuntos, tiempo en que se
vuelven las almas trayendo las lluvias para la apertura del ciclo agrícola.
El ámbito geográfico de dispersión del juego
de pichca
es panandina y abarca todo el territorio espacial de la época del
Tahuantinsuyo. Así en el contexto boliviano, se tiene los hallazgos de un
pequeño dado cerámico de forma trapezoidal del estilo cuzqueño por Gyamarti y
Condarco (2005) en el sitio arqueológico de Paria. Una pieza cónica de tres
anillos paralelos en piedra arenisca rojiza, fue recogida en una prospección en
el valle alto de Cochabamba por M. Muñoz (2007). Tiene las características del
estilo araucano. Asimismo, durante las
excavaciones del CIAS en el sitio arqueológico de Samaipata, Alcazar (2007)
desentierra en la estructura mayor de la Kallanka, 4 piedras ceremoniales. Una
de ellas tiene la forma trapezoidal con marcas incisas diagonal - zigzagueantes
de color amarillento. Tiene las características de una pichca oracular estilo
Huarochiri. Finalmente en la excavación de Piñami, Anderson y Terceros (2011)
encuentran en un antiguo enterratorio, un cilíndrico óseo de llama de 2,5 cm
con orificios en sus lados. Tiene las características de pichca funeraria del
estilo wayro quiteño.
En el trabajo etnográfico en la comunidad de
Huarancoco (Oruro), G. Huarita (2014) pudo evidenciar la continuidad simbólica
contemporánea del objeto. En este lugar se pudo observar el empleo de una
diminuta pichca de azufre de forma cónica por un yatiri que responde al
nombre de Julián Ayala y precisamente para leer el oráculo y en otras
ceremonias rituales de la región.
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