Padre Gregorio Iriarte ya no está entre nosotros. Sin duda su
muerte deja un vacío muy grande, pero también nos deja como herencia una
canasta de propuestas, desafíos y tareas.
LA REALIDAD
Para Padre Gregorio el punto de partido era siempre la realidad
concreta que vive el pueblo. Para él, el mensaje y la vivencia del Evangelio
cobran sentido en la medida en que logren transformar nuestra realidad hacia la
construcción del Reino de Dios. Enseñó como acercarse a la realidad desde
diversos ángulos, pero siempre con una mirada crítica, con la intención de
humanizar y hasta santificarla.
CONCILIO VATICANO II
Uno de los acontecimientos que ha marcado la vida de Gregorio
Iriarte en Bolivia ha sido el Concilio Vaticano II. Siguió de cerca su
desarrollo y buscó como vivir y trabajar conscientemente según sus conclusiones
de abertura y renovación. Su preocupó para su aplicación en la realidad de
América del Sur y de Bolivia, tal como los determinaron los Obispos en sus
Asambleas Generales de Medellín, Puebla, Santo Domingo y
Aparecida.
Ahora, Gregorio se despide precisamente en la semana en que
recordamos que hace 50 años se inauguró el Concilio.
AMERINDIA
Gregorio no solo promovió la aplicación de las conclusiones;
participó activamente en la preparación y la realización de las reuniones
de los Obispos. Ser miembro del grupo de Amerindia, un grupo de teólogos que ya
desde 1986 fueron asesores de los Obispos, ha sido para él un servicio directo
a la Iglesia continental.
Ahora, Gregorio pasa a la Casa del Padre, en el momento
mismo en que muchos de estos, sus compañeros están reunidos en un Congreso
Teológico en Brasil para recordar precisamente los logros y dificultades de estos
50 años de renovación y para trazar nuevos senderos, para promover nuevas
respuestas a las nuevas preguntas de nuestros tiempos. En esta misma línea,
toda su vida Gregorio ha empujado la aplicación del método “ver-juzgar-actuar”
en diversos ámbitos y situaciones
DERECHOS HUMANOS
Las inquietudes de Gregorio no se quedaron a nivel
intra-eclesial. Fue co-fundador de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos
de Bolivia y su vida está marcada por la defensa de los derechos fundamentales
de grupos y personas. Pidió no solo compasión, sino justicia para los pobres:
una distribución más equitativa de los bienes. Recordó siempre los derechos de
los niños y de las mujeres.
Tuvo una sensibilidad particular por la defensa de los derechos de
los perseguidos y los excluidos, por los que sufrieron injusticias por el solo
hecho de ponerse al lado del pueblo en contra de dominación, opresión e
explotación.
FORMACION E EDUCACION
Basta leer los títulos de los libros y textos que escribió Gregorio
para darse cuenta que ante todo fue un gran formador e educador. Fue
protagonista de iniciativas para las formación, no solo de religiosos y
religiosas, sino también de laicos y laicas, de educadores e dirigentes, de
líderes y comunidades de base.
El pecado que con mayor insistencia ha combatido ha sido el abuso
de poder, sea en aula o en la casa, en la política, el sindicato, las
cooperativas o las iglesias. No le importaban los cargos o títulos, sino el
valor humano de las personas.
ARRIESGAR EL PELLEJO
En varias oportunidades, Gregorio puso conscientemente su vida en
peligro en defensa de una vida digna para los demás. Vi caer a su lado amigos y
compañeros de lucha: Mauricio Lefebvre, Luis Espinal, Marcelo Quiroga entre
otros, y sabia que había grupos y personas que le deseaban la misma suerte. No
le toco el martirio, no lo buscó, pero estaba dispuesto a dar su vida para los
demás, tal como su Gran Maestro y Amigo lo dio en la cruz.
GASTAR LA VIDA
Al Gregorio le tocó más bien gastar la vida, día tras día, durante
muchos años: leyendo, hablando, escribiendo, viajando. Fue puente de
comunicación hacia lugares y realidades olvidadas y negadas. Enseño a leer, ver
y escuchar críticamente toda la información y todos los mensajes, vengan de donde
vengan. Gastó su vida con generosidad, incansable, sencillo.
Luchando para el cambio de estructuras, descubrió la importancia
de los valores en la vida comunitaria y personal. Nunca perdió la convicción de
que convertirse es posible y es necesaria, permanentemente, en todo y para
todos. Gastó su vida con la esperanza de provocar conversiones, en sí
mismo y entre los demás.
AMIGO
Gregorio siempre ha tenido muchos amigos y amigas, a pesar de las
limitaciones y equivocaciones que también habrá tenido. Debe haber muchos que
en algún momento se han dejado cuestionar por su análisis crítico de la
realidad política, social e eclesial y que ahora le están agradecidos. Pocos
serán los que no han entendido su mensaje y no apreciaron su testimonio y actuar.
En uno de sus últimos mensajes – en su librito más pequeño, pero
divulgado masivamente – dice que para poder ser amigo de muchos, hay que ser
amigo de sí mismo, hay que cultivar una autoestima sana.
Gregorio se despide, - como él mismo dice, - con “un mensaje
de renovación, que comienza con una gran fe en nosotros mismos y una inmensa
dosis de esperanza en nuestra sociedad actual”. Nos propone un análisis no solo
crítico, sino también creativo de nuestra realidad.
Gilberto Pauwels omi
Oruro
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