Los urus, descendientes de una humanidad primordial
que habitó el Altiplano andino, desde épocas remotas tuvieron como hábitat la
cuenca endorréica altiplánica, conformada principalmente por el lago Titicaca,
río Desaguadero , lago Poopó, río Lakajawira y lago Coipasa. El espacio
lacustre se convirtió en su fuente de vida, proveyendo los recursos necesarios
para la subsistencia de los pueblos urus. Identificados como qhwaz-zhzhoñi (hombres del agua) oqut-zhzhoñi (hombres del lago), el modo
de vida de los urus está asociado a las actividades de caza, pesca y
recolección. En este sentido, su cultura lacustre significa un amplio
conocimiento del manejo de las aguas y sus recursos, también una forma de vida
distinta al de otros pueblos agropastoriles del Altiplano.
Los urus han resistido al tiempo y los embates que
sufrieron por parte de otros pueblos a lo largo de la historia prehispánica,
colonial y aún republicana. Los urus, aunque en menor número con relación a los
aymaras y quechuas, constituyen en la actualidad uno de los principales pueblos
indígena-originarios de los Andes. Su permanencia en el tiempo, según datos
etnohistóricos, se debe a su carácter “insumiso” y en haber encontrado en su
forma de vida lacustre los medios necesarios para sobrevivir como pueblo y como
cultura. Si bien, en la actualidad las poblaciones uru desarrollan actividades
agropastoriles, en su memoria y aún en su vida cotidiana está presente su
cultura acuática que los diferencia de los demás pueblos.
Los pueblos urus actuales son: los uru-chipayas
(Oruro), urus del lago Poopó –comúnmente conocidos como “muratos”- (Oruro) y
los uru-iruhitus (La Paz). Entre los primeros, debido a cambios drásticos en su
ecosistema, las actividades que los vinculan a su cultura lacustre también han
cambiado, es decir, que la pesca, la caza o recolección ya no son habituales
entre los chipayas. Con los otros dos grupos de urus la situación es diferente,
tanto urus del lago Poopó como urus iruhitus conservan estás actividades como
parte de su cotidianeidad; el lago Poopó y el río Desaguadero permiten la
continuidad de su modo de vida acuática. En este sentido, estos dos grupos
también conservan conocimientos prácticos con relación al aprovechamiento de
los recursos acuáticos: plantas, peces, aves.
Ahora, queremos referirnos en específico a uno de esos
recursos: la totora. Se trata de una planta que suele crecer en formaciones
acuáticas de poca profundidad; es una suerte de junco entre 1,5 y 3 mts. de
alto aproximadamente. Los urus emplearon la totora desde tiempos remotos de
manera multifuncional: como alimento, medicina, material de construcción de
balsas, viviendas, cobijas, etc. Los totorales, según figura en documentos
antiguos, también sirvieron a los urus como refugio y escondite ante el avasallamiento
de pueblos advenedizos al que ya hicimos mención. Muchos ancianos urus –para el
caso de los urus del lago Poopó- recuerdan que, aún en las primeras décadas del
siglo XX, habían familias de urus que vivían al interior del lago sobre y entre
los totorales, construyendo sus casas en una suerte de islas artificiales, tal
como en la actualidad se conoce el caso de los urus de las islas flotantes en
el lago Titicaca (Puno-Perú).
Debido a sus múltiples propiedades y usos, la totora
tuvo un valor fundamental en la vida de los urus. Prácticamente, se podría
hablar de una “cultura de la totora”, que inmediatamente nos remite al espacio
acuático y a la forma de vida de los urus. La totora, por tanto, no solo es un
recurso natural para los urus, sino que es fuente de su identidad e historia.
En este marco, la Nación Originaria Uru –conformada por los tres grupos
mencionados más arriba-, junto al Centro de Ecología y Pueblos Andinos CEPA,
organizaron un taller de elaboración de balsas de totora los días 9 y 10 de
septiembre en la comunidad uru de Puñaka (Municipio de Poopó). El evento tenía
el objetivo de afianzar los conocimientos uru en torno a la totora, sobre todo
para las nuevas generaciones. Para el efecto, se requirió la participación de los propios maestros uru, amplios conocedores
de las técnicas de fabricación de balsas y otros objetos característicos de la
cultura uru. Lorenzo Inda (LI) de la comunidad de Iruhitu (La Paz) fue el
principal maestro uru que por dos días compartió sus conocimientos con niños/as,
jóvenes y otros comunarios/as procedentes de todos los pueblos urus del
territorio boliviano. Otros maestros que compartieron sus propias técnicas y
conocimientos fueron Félix Mauricio (FM) y Daniel Moricio (DM), ambos de la
comunidad uru de Puñaka Tinta María (Oruro). De todos ellos, en adelante,
queremos rescatar no solo sus enseñanzas prácticas, sino también teóricas en
torno a la totora.
Según los maestros, la totora es una planta que crece,
normalmente, en aguas poco profundas, depende de la profundidad la altura que
alcanza. En un extremo, bajo el agua, se encuentra su raíz que produce dos
frutos que sirven de alimento: ara y quisha; en el otro extremo, que está
fuera del agua, tiene una flor que se llama tamo,
de ahí viene la semilla de la totora (FM). “Cuando
la totora crece en agua baja la planta es más delgada, cuando crece en agua más
honda la planta es más gruesa también” (FM). Las semillas de totora
producen en dos o tres años aproximadamente; luego de su extracción, los
retoños se dan dos veces al año llegando a su madurez en los meses de 1)
diciembre y 2) abril a mayo, estas son las épocas propicias para sacar la
totora y emplearlas con fines artesanales (LI).
Según Lorenzo Inda, la totora que se halla en la
región del Desaguadero norte es de mejor calidad que la totora que crece en la
región orureña, quizás porque ahí las aguas del río están libres de sedimentos
y son más cristalinas. Dn. Lorenzo distingue cuatro variedades de totora: 1) Phuti, que no es gruesa ni delgada y
alcanza una altura entre 1,5 y 1,7 mts., es más dura y es ideal para hacer
balsas o techos para las casas; 2) Churu,
que son más gruesas que las anteriores y tienen una altura entre 2,5 y 3 mts.,
que también sirven para hacer balsas y sixi
o pirwa para guadar chuño; 3) Ch’ili, es la totora verde, o sea
cuando recién está creciendo, tiene un altura de 1,5 a 1,8 mts., se emplea para
alimento del ganado. Cuando está verde en febrero aparece un fruto blanco que
es el “sullu” y sirve para curar la neumonía; 4) Matara, es otra variedad que es una especie de caña hueca de
color amarillo, es una totora que no sirve para hacer balsas, pero sí para
hacer algunos trenzados, también se usa como sorbete (LI).
La totora sirve para varias cosas. Como alimento
humano se usan sus raíces: ara y quisha;
como forraje para el ganado; también
sirve como medicina para los riñones, enfermedades de los pulmones y el
reumatismo (FM); su uso más frecuente es para hacer balsas y artesanías (patos,
pescados, pariwanas, sombreros, etc.) (LI). Antiguamente la totora servía para
hacer: 1) Khuru, que es una especie
de camas o islas flotantes donde antaño vivían los urus sobre el lago ; 2) Qisana, que es una especie de
cobertor que servía a los pescadores para cobijarse de la lluvia o en la noche
cuando entraban al lago a pescar; 3) Estera,
utilizada para la construcción del techo de las casas (FM); 4) Khura uta, que es la antigua
vivienda de los urus, igual que los putucus
de los chipayas, pero hecho de totora; se dice que antes albergaban incluso
hasta siete familias (DM).
Algunos cambios y problemas percibidos en torno a la
totora actualmente son: las sequías o inundaciones que afectan su crecimiento;
animales como los chanchos que comen hasta sus raíces; la contaminación: ahora
han aparecido totoras tiznadas de negro por toda su base. Sufren también los
urus por las limitaciones de acceso para los urus a este recurso natural, dado
que otras comunidades no urus asentadas a lo largo del Desaguadero o a orillas
de los lagos, no les permiten su uso. Finalmente, está la pérdida de
conocimientos en el manejo de la totora debido a su remplazo por otros
materiales (botes de hojalata por ejemplo). Sin embargo, los “hombres del agua”
y la “cultura de la totora”, están viendo alternativas: recuperar conocimientos
a través de la educación o aprovechar las oportunidades que brinda el mercado
de artesanías. Así por ejemplo, como producto del taller, se elaboró un sillón
en forma de balsa, lo cual puede llamar la atención de hoteles, restaurantes,
etc., y con ello, procurar ingresos alternativos para los urus, además de
fortalecer sus conocimientos técnicos en torno a la totora.
Marcelo Lara B.
UNIDAD DE CULTURAS - CEPA
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